28/4/09

YO TENGO FE

Un día oí decir a una señora que iba en el autobús sentada delante mío lo siguiente: “Yo no tengo fe en nada”, rápido me vino a mi cabeza su pensamiento teñido de religioso, y yo como cristiana asocie su falta de creencia en Jesús; disimulada y para constatar como siempre me sucede que la fe es sinónimo de religión/creencia me adentré con mis oídos bien atentos en su conversación, por cierto, era casi un monólogo de la señora, porque su acompañante sólo escuchaba y asentía de vez en cuando con su pequeña cabeza. ¿ o tal vez hacía que escuchaba, vete tú a saber?...

El caso es que me encontré ante una crítica mordaz y voraz absolutamente a todo, me impactaron rápido sus mensajes negativos en contenido y forma, al principio escuche criticar a una tal Cristina que resulta era su jefa y, que la había decepcionado mucho por no avisarla que este año las vacaciones no las tendría en agosto como ella deseaba, sino en septiembre; toma ya, después de lo que ella había hecho de favores a la empresa y a su jefa, todavía recordaba las numerosas noches que la molestaba llorando porque no soportaba el dolor de su separación matrimonial, ¡menuda desagradecida, ya la espero en otra! decía.

A continuación, enlazó una llamada de su hijo con la vida de perro que éste llevaba, fue tal el grado de hartura de la señora que comentó algo así como que ojalá hubiese sido estéril y, jamás hubiese podido concebir, porque vaya fenómeno de chaval. Resumió que tenia dos cruces en casa, una el hijo y otra el padre del hijo, dos gotitas de agua, que trabajaban poquito y si me apuras nada, eran de muchos amigotes, fumaban a todas horas y bebian todas las tardes después de la siesta o el trabajo, dependiendo de la situación laboral. A mí personalmente, tal como están los tiempos que vivimos, tampoco me parecieron mucho dos cruces, pero claro está, yo no tenía vela en este entierro.

Por segundos la señora entraba en calor y yo notaba el aceleramiento de su despotricar, como cuando a un boxeador ya en el ring le despojan de su albornoz, para que inicie su precalentamiento con saltito viene y saltito va, venga campeona pensé: “destrózalo” y, entonces entró de lleno en lo que más duele, la Sagrada Familia, pero no penséis que la de Cristo, gracias a Dios en un gesto de humildad, en la de su marido.

Se calentó tanto que la lengua le echaba llamaradas, primero por respeto (ingenua yo), recordó a sus difuntos suegros y, no como la mayoría hacemos mencionando siempre lo bueno por amor, al contrario, aquí la señora sacó todos los karmas sin superar en vida de los ausentes. Desde pobretones venidos a ricos, tacaños y miserables de nacimiento, a suegro cojo y feo que resulto mujeriego a la tercera edad, con espectáculo erótico incluido en la residencia de ancianos; por ende una suegra asquerosa, revenida y mala que cogió un día y dió un sartenazo a su propia madre que casi la mata por llamarla alcahueta.
Me temí por unos instantes que si estaban los pobres por un casual en el Paraíso, de un momento a otro era probable que los mandasen de vacaciones a algún destino playero del Infierno, espero que no, a esta altura de sus viajes.

Sin sorpresa ya para mí, la siguió emprendiendo con el resto de la familia, hizo mención a una cuñada que había sido una puta en Albacete, sino como se explica el lujo de vida que llevaba sin oficio ni beneficio, luego continuó con un cuñado, que había sido tan guapo de mozo que le suscitó lujuria en sus tiempos jóvenes, pero el pobre a día de hoy era un débil depresivo por culpa de su mujer adicta al bingo y las tragaperras.

Yo ya no podía más, me había puesto tan nerviosa que me entraba ganas de decirle cuatro cosas a esa víbora mala, inhumana y retorcida, pero pensé que a lo mejor después de 40 minutos de espectadora silenciosa no era justo hacer un juicio tan desgarrador, me negué a ello, e intenté con desesperación encontrar a través de sus rasgos, gestos, mirar, etc., algún vestigio de hermosura y amor, para sosiego de mi alma, pero nada, solo veía el cogote de su cabeza y de refilón su cara , no era viable.

Resultó que pensé en los clavos de Cristo como hacía mi abuela ante la crueldad y, de forma extraña me inundó poco a poco una paciencia y compasión junto con la fe que Dios había depositado en todos nosotros… que fue entonces cuando experimenté el acercamiento a un ser humano, dolido, resentido y amargado; tuve pena y, me vino la emoción de un día que encontré en la calle a una perra abandonada, vieja, desconfiada y agresiva.

Aquél día no me cuestione nada sobre aquella perra, si tal vez había sido mala con sus dueños y estos se vieron obligados a echarla a la calle, o si al contrario, la vida le había tratado injustamente, no pensé absolutamente nada, solo sentí en mi alma el dolor de un ser vivo que sufría tanto. Esta emoción me embargó y, dio un giro de 180 grados a mi indignación por el comportamiento de la susodicha, entonces cuando llegaba a mi destino me levanté con resignación para pulsar el botón de parada y, sin pensarlo me acerqué a la señora que seguía dándole y dándole y le dije con voz baja, como cuando se hace la confidencia de un secreto lo siguiente:

Disculpe Señora que me intrometa, pero yo estoy convencida que Ud. tiene mucha fe, ¿sabe en qué? En su dolor….

Como un rayo que en un segundo cruza fulminante dos cuerpos sin rozarlos, me emocioné y se emocionó.



1 comentario:

  1. Leo unos pocos parrafos mas arriba y me encuentro con una poesia hermosa, bajo un poco mas y leo un relato muy muy divertido...en la variedad esta el gusto...si, si..me tienes impresionada

    P.D.A: Que acertada la frase que le dijiste a la seniora donia dolores jajja, que bueno

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