2/11/11

Taller Fuentetaja (31-10-11)


Apertura con desconcierto y comienzo en media res.



ALA ROTA

Boca abajo con la cabeza girada a la izquierda, yacía en el suelo una ninfa de pelo azul con un ala partida. De su oído derecho y de la comisura de sus labios morados salia un reguero de sangre que discurría por la acera mojada hasta alcanzar un charco de agua para reposar.


La madrugada estaba fría y muy húmeda porque durante la noche hubo niebla con llovizna, pero su pobre cuerpo lleno de juventud estaba helado especialmente porque estaba muerto.


Se llamaba Odinne y a pesar de sus veintiún años aparentaba ser una pequeña adolescente, su rostro aniñado junto con su delgadez y sutil fragilidad la configuraba como una niña de unos quince años. Llevaba seis meses en Londres en un colegio mayor para aprender inglés, venía de la Bretaña francesa y era considerada por sus nuevos amigos en esta ciudad como una alocada y desenfrenada chica dispuesta a saborear la vida en todo su juego.


En cambio los que la conocían de siempre, no sabían de esa Odinne, al contrario, sino de una joven prudente, tímida y con miedo a casi todo. Todavía sus padres y amigos recuerdan las vueltas que dio para decidirse y organizar un año de estudios en Londres. Jamás había salido de su entorno y ni tan siquiera de su país, por ello a todo el mundo estremeció que ella apareciese muerta en esas extrañas circunstancias.


Pero no había nada extraño la tarde antes en que Odinne en clase no paró de enviar sms para cerrar la hora en quedar con sus amigos, estaba impaciente porque llegase la noche y vestirse para la fiesta de Halloween, era la primera vez en su vida que se disfrazaba y no pudo escoger mejor disfraz que el de ninfa.

Desde que salió de casa no dejó de recibir miradas de aceptación y ensoñación por todas partes, incluso algún pequeño quedó exaltado al verla corretear por la calles con sus alitas transparentes como el agua, parecía una ninfa en toda regla.


Sus amigos, de esa noche no recuerdan nada extraño, salvo que se divirtieron a tope, no conocieron nadie nuevo ni hubo incidentes, se movieron de aquí para allá como siempre por los lugares cotidianos de sus fines de semana. Solo hubo alcohol declararon cuando fueron interrogados pero jamás sin dejar de controlar.


A eso de las cuatro de la madrugada se separaron, cada uno fue para su casa, de la pobre Odinne solo se sabe que cogió un taxi, recuerdan que al entrar se partió un ala que cayó al suelo y que ella tomó para llevarse bajo el brazo.


No se supo más, hasta encontrar su aterido cuerpo en una acera lejana de una barriada de las afueras del centro, de la autopsia se revela que un golpe certero producido por su propia caída la hizo reventar la parte cerebral derecha, el golpe fue seco por un cuadro anterior de parada cardíaca, nada extraño según dictamen forense por la gran ingesta de drogas que llevaba.


Jamás se halló su ala rota.