25/10/11







EL SOMBRERO
Hay una bella leyenda que narran los habitantes del norte de Irlanda sobre un misterioso sombrero con formas y estilos diferentes que se aparece por azar a determinadas personas y que te lleva a toda una experiencia si te lo pones. Confieso que más que una leyenda es una realidad por los innumerables testimonios que hay recopilados, tanto fuera de los condados del norte de este país, como de mi breve encuentro con el supuesto sombrero.


Este verano como decía he pasado mis vacaciones en Irlanda, en concreto en el norte, en una pequeña aldea situada en la costa, llena de acantilados y calas desiertas, el tiempo ha sido el propio de la zona, un sol tenue azotado por numerosas nubes la mayor parte de los días y, un viento purificador casi constante, que en vez de hacerse incómodo te lleva si tienes paciencia a escuchar cantar a la mar de la mano de la hierba tierna y salvaje que inunda todo el campo. Por supuesto, tampoco ha faltado la lluvia como es menester en estos parajes, que te sacude de nostalgia y paz en especial cuando la ves caer tras los cristales, y que hace de esta tierra en resumidas cuentas un lugar idílico de vida y calma.


Recién llegada una tarde de esas en que el tiempo no propiciaba para largos paseos por los acantilados, decidí irme a la taberna del pueblo a tomarme una infusión con unas pastas, la taberna es de las típicas de madera, acogedora y cálida donde todos los habitantes acaban pasando un rato a lo largo del día para tomarse una stout, hot whiskey o irish mist preferiblemente.


Me senté en un rincón en un banco de madera pegada a la pared en una mesa para cuatro desde la cual divisaba prácticamente toda la barra y los asistentes. Mientras me debatía con el escurridizo paraguas que se me caía cada dos por tres al suelo me encontré de repente frente a mí a un joven pelirrojo que me preguntó de donde era, yo le respondí ilusionada que de España, a partir de ese instante se sucedió una amena y larga charla que me llevo toda la tarde y parte de la noche con este simpático irlandés llamado Dick que se brindó a ser mi amigo y guía particular en mi estancia.


Quiero mencionar que de ahí surgió una bonita amistad y un profundo agradecimiento por las maravillosas semanas que he pasado junto a él, sus amigos y familia que me han dado la oportunidad de conocer a una Irlanda hospitalaria, orgullosa, noble y divertida.

Una mañana como de costumbre quede con Dick después de desayunar, en el centro del pueblo para recogerle en su casa, yo había preparado ese día unas tortillas de patatas, una para llevarnos de excursión a la playa y otra para sus padres que estaban deseosos de volver a comerla después que les invite a mi casa una noche a cenar y probaron lo que ellos llaman “Delicacy of the sky” un manjar del cielo, mi tortilla de patatas made in Spain.


Cogimos de una especie de granero cerca de su casa unas bicicletas y con nuestras mochilas llenas de fruta, bebidas, queso, la tortilla, pan y galletas nos fuimos a recorrer unos seis kilómetros de sendero de costa para llegar a una cala que me encanta cerca de Coolanlough, en este pueblo paramos para recoger un original chubasquero verde con ovejitas blancas que Dick había encargado para regalarme por sorpresa, cosa que le agradecí en especial a la vuelta porque nos pillo una buena tormenta de agua que mi pobre chubasquero traído de España no hubiese aguantado.


Al bajar a la playita, nos acomodamos en una especie de gruta que nos protegía del viento, Dick acostumbrado a estas frías aguas se metió rápido al mar, yo mientras me lo pensaba vi por azar que el viento arrastraba un sombrero de paja hacía la orilla, me pregunté de donde vendría pues en ese lugar no había nadie, pensé que tal vez sería de alguien que lo había perdido en esta zona, los sombreros vuelan al menor descuido por estas tierras, así que contenta saqué mis pies del agua y fui corriendo a su encuentro, sin dudarlo lo tomé, me pareció bonito y me lo coloqué en mi cabeza y sentí que estaba muy guapa.


Dick a lo lejos me llamó insistente para entrar de una vez al agua, yo me quite el sombrero y agitándole en mi mano le dije que me lo había encontrado, al final se salió al comprobar que no iba a conseguir que me bañase. Al verme con el sombrero en la cabeza se sonrió y me empezó a salpicar con el agua fría, por instinto me defendí y entre tanta agitación el viento de nuevo me arrebató lo que no era mío y el sombrero se elevó tan alto que fue imposible alcanzarlo.


Debí de poner una cara de gran desilusión porque Dick al tumbarnos al sol me comenzó a hablar de una leyenda sobre un sombrero misterioso que va de cabeza en cabeza, yo atónita e ilusionada por la historia le pedí que me la contará, incluso me insinuó que tal vez el sombrero de paja fuese él mismo que a cientos de personas desde el 1800 se les ha aparecido en su camino y, aunque en mi caso haya sido solo por unos minutos podría sentir que era toda una afortunada.


Yo muerta de risa e impaciente le dije que comenzará a contarme las intrigantes historias, sabía muchas pero el caso más directo que conocía era el de su tío materno Patrick, que hace unos diez años viniendo de viaje en coche hizo una parada en un restaurante de Belfast para cenar y, al salir se encontró por sorpresa un elegante sombrero negro de fieltro con unas plumillas de avestruz en el capo de su coche.


Yo toda emocionada le pedí que me lo contará despacio para no perder detalle, entonces sugirió que si me apetecía podíamos quedar con su tío por la noche en la taberna y así de paso nos presentaría y me narraría con todo detalle su experiencia, yo encantada acepté y Dick sin perder un minuto buscó su móvil en la mochila y cerró la cita para las siete y media.

A las ocho de la tarde llegué con retraso a la taberna por el diluvio que caía, la taberna estaba a tope, unos cuantos conocidos me saludaron y me mostraron una mesa al fondo cerca de la escalera de los baños donde encontré a Dick con su tío Patrick y dos amigos más cuyos nombres no recuerdo, forrada con mi maravilloso chubasquero de ovejitas y mis botas de agua me excuse, Patrick rápido se levantó con un grata sonrisa y me lanzó un abrazo, yo por costumbre le metí dos besos como al resto.


Después de acomodarnos con unas rondas de stouts y quedarnos por fin solos los tres, salté rápido a la anécdota de la mañana en la cala con el sombrero de paja, el tío de Dick un robusto hombre de mediana edad, simpático y bonachón no dudo en soltar una carcajada cuando me escuchó, para desconcertarme al decirme que lo de mi sombrero de paja había sido una especie de mensaje o señal.


Yo no entendía nada pero de repente una seriedad le invadió y comenzó a narrarme su experiencia, recordaba con toda exactitud aquella noche en Belfast y como al regresar a su coche se encontró el curioso sombrero, contó que a los segundos de tocarlo y examinarlo se acordó de la leyenda y sin más se lo colocó, le quedaba como un guante, dicen que es un buen indicio el que te lo encuentres por azar y que al ponértelo te caiga a tu medida, por tanto, no debes rehusar a quedártelo.


Mientras conducía hacía su casa le invadieron dudas y llegó a pensar que tal vez era una pura casualidad del destino o incluso la broma de algún paisano que cansado del sombrero lo dejó sobre su coche, el caso que ante la duda y los numerosos testimonios escuchados desde niño, quiso probar y dejarse llevar por la experiencia.


Al llegar a casa se acostó muy cansado y dejó el sombrero sobre el sofá del salón, esa noche tuvo muchas pesadillas referentes a su pasado, e incluso algo de fiebre, pero al despertar pese a la mala noche se encontró muy vital y alegre y se preparó para ir a dar de comer al ganado como de costumbre, sin olvidar ponerse antes de salir su nuevo sombrero; dice la leyenda que tienes que tenerlo puesto dos días seguidos mínimo, luego el sombrero desaparece por arte de magia.


El primer día fue desarrollándose con pensamientos constantes en el pasado, con subidas y bajadas de ánimo, con estados de exaltación y otros de profundo dolor ante recuerdos dados por olvidados, también dice la leyenda que el sombrero purifica tu mente, recuerdos y sentimientos hasta llegar a tu alma, así que aguantó el desconcierto emocional que tenía encima sin osar quitarse el sombrero solo por una honda intuición, pese a ser un hombre que no daba muchas vueltas a las cosas y pecaba de algo incrédulo.


La siguiente noche fue peor que la anterior e incluso pensó que lo primero que haría al levantarse sería tirar el sombrero a la basura; otros testimonios coinciden exactamente en esa profunda convicción que se tiene el segundo día de que el sombrero es el artífice de todo y en querer desprenderte de él.


Por sorpresa de nuevo, al amanecer y despertar lo hizo de una forma mucho más vital y feliz que la mañana anterior y que recordase desde hacía mucho tiempo, así que todo animoso preparó al ganado con su maravilloso sombrero en la cabeza y se acercó al puerto a solucionar unos papeles de un barco que había vendido de pesca, en principio era un día algo pesado, pero dicen todos los que aquel día le vieron que les resultó su presencia como especial y relajante y lo insólito que nadie observó el curioso sombrero en su cabeza que desentonaba a la legua con su atuendo de típico granjero, pero en cambio Patrick nos juró que a todos les mencionó lo de su nuevo sombrero y que incluso lo tomo varias veces en su mano para mostrarlo, por el contrario nadie recordaba nada de aquello, el caso que el día se desenvolvió a las mil maravillas y el tío de Dick se sintió feliz y lleno de amor por todo y todos.


Al llegar la noche nos contó que estaba algo temeroso de dormirse pues las noches anteriores habían sido terroríficas, así que decidió quedarse en el salón viendo la tele hasta el amanecer y con el sombrero puesto dado que pensó que tal vez así se mantendría la dicha que tenía encima, de esa noche no hay recuerdo alguno, solo que despertó a la mañana siguiente en su cama, hasta con el pijama puesto, todo en aparente orden, muy feliz y tranquilo, pero en cambio el sombrero se había esfumado por arte de magia de su cabeza y de su lado.


No le importó, rápido supo que su misión con él había terminado, el caso que nos confesó que el sombrero le había curado dos grandes espinas de dolor que llevaba en su corazón, una por su mala relación con su padre durante toda su vida y otra por la pérdida del barco de pesca a causa de unas deudas de juego con un vecino tramposo, el caso que todo su penar, rencor y tristeza quedaba olvidado, como si solo hubiese sido un espectador frente a una pantalla de cine de todas aquellas dolorosas experiencias, por fin, se sintió libre y en paz de corazón y alma.


Dick y su tío me contaron un par de testimonios muy curiosos pero en base casi similares, mientras yo, con mi cara ensimismada me seguía preguntando si el sombrero de paja podría ser el famoso sombrero misterioso, en mi caso me quedaba con la gran duda.


La verdad que al despedirme de ellos y regresar por la noche bajo la incesante lluvia torrencial a casa, me imaginé yo toda contenta con mi original chubasquero de ovejitas y el prodigioso sombrero de paja sobre mi cabeza, estaba claro pensé que el supuesto sombrero misterioso de la playa conmigo no quería cuentas algunas, tal vez porque mi mejores curas vienen de la mano de maravillosas personas como Dick y de misteriosas leyendas llenas de amor y luz.