No suspires más por mí,
porque ya no soy suspiro.
Mi justa llegada depende
del instante de tu partida.
No alcances el cielo con las
puntas de los dedos.
Sin antes alzarme en la tierra
desde tu centro.
No te preocupes por aquello,
tu mirada velada ya se arruga.
Es en la pureza de mi amor
donde abres canales por tu alma.
Ya estás alcanzado lo alcanzado,
solo observa en la maleza
lo negado y abandonado.
Ahora date libertad para amarlo.