21/6/11

TRABAJO TALLER FUENTETAJA




(20-junio-2011)



Texto basado en diálogos.



..."PROMEDIO"...


-¿Jorge, llevas mucho tiempo esperando?
-Que va, acabo de llegar a casa, no me he quitado ni la corbata.
-Uf, menos mal, perdona el retraso… ¿Qué tal tu día en la oficina?
-Un horror, todo va de mal en peor, sino fuera por nuestros momentos, no sé que sería de mi vida.
-Anda tonto no exageres, aunque reconozco que me encanta las cosas que me dices. Sabes una cosa, cada vez te quiero más, por cierto, qué guapo estabas ayer con esa camisa rosa.
-Pues no quieras saber quién me la regaló…
-Ya supongo, bueno el caso que el buen gusto viene de familia, ¿no?.
-No lo discuto, pero de verdad Alicia esto es una pesadilla, no aguanto más, créeme que ayer estuve a punto de besarte cuando brindamos en la cena y decirles a todos lo nuestro, es más, anoche soñé que se enteraba, me amenazó con acabar contigo y te culpaba de todo, te llamó incluso puta.
-Venga Jorge, fue un mal sueño antes de que suceda eso, tú y yo lo habremos arreglado civilizadamente, hablaremos con ellos sin falta a principios de verano, y ya verás como lo comprenden y tendrán ocasión de asimilarlo durante las vacaciones.
-No sé Alicia, estoy algo desanimado… siempre surge algún impedimento que nos retrasa para estar juntos, lo último, la operación de Luis, Dios santo, casi medio año de convalecencia y aún así, todavía no le veo yo muy tieso, pese a que tú digas lo contrario.
-Lo sé, pero bueno, no quiero hablar más de ese tema, sabes que es por humanidad, no puedo consentir que un día mis hijos me echen en cara que pedí la separación a su padre en plena enfermedad, sabes que su problema de riñón es muy delicado, tú mismo me dijiste el día de su ingreso que le viste muy mal.
-Cierto, incluso tuve en la sala de urgencias un mal pensamiento que ya te conté.
-Ya, lo recuerdo, pero no te atormentes a mi también me pasó, el estar separados es un castigo, Dios cuánto te echo de menos. Por cierto, vais a la cena en marzo de mis primos de Toledo.
-¿Qué dices?, los de tu tía Amalia, no me ha dicho nada…espera un segundo, creo que ha llegado a casa. Joder, ¿qué hace aquí hoy tan pronto?...



En un segundo Jorge cierra su messenger y busca rápido abrir un archivo de Excel, algo desconcertado tantea si salir al encuentro de su esposa o hacerse el ocupadísimo, al final opta por levantarse de la butaca y salir en su busca.
Elena cielo, ¿eres tú? –gritó desde la habitación.
Si claro, quién sino –contestó ella con falsa desgana desde el pasillo mientras arrojaba las llaves sobre la mesa del recibidor.

En tanto Alicia se volvía a quedar una tarde más tirada frente a la pantalla de su ordenador, fastidiada en su fuero interno por la contradicción que Jorge demostraba en cuanto temía ser pillado. Después de media hora de espera para ver si se conectaba de nuevo o le mandaba algún mensaje al móvil, desistió desilusionada y se levantó para preparar la merienda a sus hijos que jugaban en el patio.



Pero bueno que haces tan pronto en casa, ¿te pasa algo? –le preguntó Jorge al encontrarse frente a ella en el salón.
Jorge mi amor abrázame con fuerza –le pidió muy mimosa antes de besarle en la boca.
Tras besarla y abrazarla, le preguntó algo confuso. – Elena ¿qué te sucede?, déjate de jueguecitos que te conozco.
Ella le abrazó de nuevo con más fuerza y le susurró al oído –Nada cielo, tan solo que vamos a ser papás.

La primera sensación que tuvo Jorge fue de pánico y desconfianza, sabía de sobra que Elena intuía que él ya no era feliz en su matrimonio pero estaba convencido que era una mujer muy inteligente y segura como para intentar retenerle con el engaño de un hijo.
¿Qué dices?, no puede ser, si tomas la píldora– le dijo mientras la sujetaba de los brazos para retirarla de su pecho y mirarla fijamente los ojos.
Ya lo sé, pero no sé, tal vez un descuido, yo que sé… ya sabes que a veces se me olvida, en fin que soy un desastre en la cuenta de los días esos de descanso.

Elena comenzaba a inquietarse y logró soltarse de sus brazos con la excusa de quitarse la chaqueta.


Jorge en ese instante levantó sus manos y tomó su cabeza en un gesto de desolación y la dijo -Pero bueno y como no me has dicho antes nada, no sé, habrás notado algo, algún retraso… ¿no sabrás ya de cuanto estás? .
Pues de once semanas más o menos me ha dicho hoy el ginecólogo- le replicó algo mosqueada.

Joder, Elena ¿vienes del ginecólogo?, y a estas alturas sin decirme ni una sola palabra, no doy crédito a tu comportamiento –le recriminó con una mirada de indignación.


Pero Jorge de verdad, ya está bien, no sé de que va todo esto, yo lo único que he hecho es…pues comprobar un par de retrasos e ir a la farmacia y luego al ginecólogo, además no se lo he dicho absolutamente a nadie, ni siquiera a mi madre ni a mi hermana, ya sabes que soy muy independiente y no quería que nadie se ilusionara en balde ¿vale? tú eres el primero en saberlo -le zanjó acariciándole la cara para apaciguarle.


Él en cambio se fue directo al sofá a sentarse, claramente detectó que estaba sufriendo un ataque de ansiedad, como en otras ocasiones no tuvo más remedio que recostarse para quedar inmóvil, y controlar su respiración para no hiperventilar y acabar sin conocimiento.


Aún así, comenzó a sudar con exageración, su pasado, presente y planes de futuro se entremezclaron de galope en su mente, pensó en la cara de Alicia cuando se enterase de la noticia, por otra la felicidad de sus padres con un nieto, luego a Elena con su enorme panza organizando la ropita del bebé, la nueva sensación de ser padre, la responsabilidad, y, un sinfín de emociones agridulces que le hicieron sin control comenzar a llorar.



Elena se quedó petrificada observándole un rato, tras ello comenzó también a sollozar y le dijo -Dios, pero ¿qué te pasa Jorge?... parece esto una desgracia, no te imaginas el disgusto que me da verte de esta manera.
Discúlpame, necesito un rato de silencio y soledad, ya sabes que llevo meses algo estresado por el trabajo y sufro de ansiedad, además la noticia así de repente, tu falta de confianza, el día tan duro … en fin que me encuentro algo mareado y desbordado, pero tranquila se me pasará…le respondió con cara de angustia y compasión.
Bien, te dejo un rato para que te tranquilices, voy a enviar un e-mail a la oficina mientras me preparo un baño para relajarme, porque ahora tengo que cuidarme más que nunca y lo pienso hacer tanto por mi como por mi hijo –dijo Elena con tono de contundencia y una profunda mirada de decepción.


Tras unos minutos Jorge no pudo evitar sentir un hondo sentimiento de culpabilidad y consternación por no controlar sus emociones, en resumidas cuentas ella no era responsable de nada, ni tan siquiera de su desenamoramiento, al contrario, reconocía que era una mujer maravillosa, y por primera vez se planteaba y cuestionaba porque un día se enamoró de su cuñada.