14/7/09




PASIONES

Cerró tras de sí la puerta de casa, la calle estaba desierta y la noche fría; se ajustó el cinturón de la gabardina y encendió un cigarrillo.

Descendió las escaleras de piedra y emprendió despacio y sigilosa la subida del callejón, los adoquines húmedos brillaban bajo la luz de la luna.

Sobre sus tacones de aguja se meneaba suave y segura, mientras una estela de humo la desvanecía entre bocanada y bocanada al son de la música del peso de su cuerpo.
Hechizada miró al cielo, allí estaba ella, pletórica y llena, esperándola con la benevolencia del universo. Se sonrieron como siempre.

Al final del callejón se apartó celosa de su mirada y, silenciosa se aproximó a un esquinazo oscuro y ardiente. Se desabrochó insinuante su gabardina, y unas intrépidas manos la acariciaron con fuerza los pechos mientras acercaban sus labios.

La pasión prohibida y secreta aceleró sus corazones hasta alcanzar el éxtasis, la luna cómplice de ellas se arropó de nubes.