16/1/12



EL YO REAL


Sentadas sobre las esterillas esperando al swami para comenzar el satsang, Cristina me preguntó que le pediría a un ángel si pasase por allí.


Yo rotundamente le contesté que LIBERTAD.


Ella con gesto de sorpresa agitó su cabeza con suavidad de un lado a otro y me respondió: JO, NO PIDES NADA ¿verdad?, entonces supe que se quedó perpleja en el fondo con esta contestación.


Y no llegué a esa respuesta por inquietud al superar los quince primeros días en el ashram, bajo la disciplina y la austeridad que conlleva practicar el sadhana y el sentirte un yogui en alma aparte de en cuerpo, ni tampoco por la asimilación veloz de la filosofía vedanta que reza en parte al desapego y la acción en la no-acción y en lleno a la no-dualidad, ni tantas otras emociones, sentimientos y hechos sentidos y arraigados en mi a través de esta experiencia, sin ella no hay aprendizaje.

Pues bien, cierto es que mi experiencia interna y misteriosa por el logro de libertad viene de mis primeros años de existencia o tal vez del bagage de mi alma con mis vidas pasadas, en sí creo que es parte de mi karma presente o tal vez incluso futuro, pero a un nivel más profundo y exacto, que va más allá del entendimiento vago y racional de una comida hecha a fuego rápido, sin consistencia ni verdadero sabor como puede considerarse la libertad en el plano físico.


En estos últimos meses he tenido y sigo teniendo inmensas y continuas experiencias internas, a veces traídas de agentes externos pero la mayoría nacidas de mi propio ser interior, el que confluye en uno con el todo, por el Universo o lo más absoluto Brahman, Dios o como cada cual lo quiera denominar.


A través de la meditación he alcanzado esa libertad absoluta, que transciende el cuerpo y la mente aunque en este estado no hay noción de tiempo alguno por tanto también al tiempo, y para ello como bien dice el budismo puedes llegar incluso lavando los platos, paseando, etc. En ese plano ya no existe la atadura al cuerpo con sus innumerables limitaciones y ni tampoco a la juguetona y engañosa mente que nos traiciona al menor descuido con su murmullo constante y atosigador.


Después de intentar a diario, a veces con más o menos éxito a controlarla y tenerla sujeta (mente), la libertad que busco la absoluta me transporta a un estado de supraconciencia, justo cuando soy una espectadora de ella y de la realidad ilusoria que me acerca, sin afectarme nada. A partir de ese hecho una paz indescriptible y una sensación de enamoramiento con todo me ofrece una nueva y desconocida perfección en mí, para fusionarme con lo más absoluto y aunque no he experimentado la kundalini, estoy convencida que debe ser idéntico, el logro de la unión con el todo, la energía absoluta, mi microcosmos con el macrocosmos partícula a partícula.


Una vez leí que la libertad no te la dan sino que tú la tomas, y es tan cierto como que la verdadera libertad y su acción liberadora reside en nuestro interior, ahora me viene a la mente el caso de Nelson Mandela, es un ejemplo conocido de cómo un ser humano privado de libertad física tantos años alcanzó día a día de su cautiverio la verdadera libertad y toda su acción liberadora, no hubo dicen los que le trataron en cautiverio tan solo un día en que su ser no se sintiese feliz y satisfecho, pese a sus circunstancias adversas. Son pocos los que después de años de encierro e incluso tras su liberación física no hubiesen mostrado actitudes hostiles y vengativas ante la vida, sus opresores, etc., en cambio, él supo tomar su libertad día a día y jamás dejó de sentir su liberación interna con la cual no perdió el brillo de su alma y el amor ni antes ni después.


Sin esta libertad absoluta y liberadora no se alcanza el amor supremo, el que transmuta todo lo negativo en positivo y el que te concede la dicha en esta existencia y todo lo inimaginable fuera de ella.


Con esto contesto a la pregunta de paso que me hizo recientemente mi amigo Héctor sobre que me hace feliz en el sentido literal de la palabra, a mí sin duda alguna alcanzar la libertad absoluta que te abre la puerta de la supraconciencia (transcender cuerpo y mente), el yo real.